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Cómo convertir un hogar más amigable con el alzhéimer.

 

Cerca de 1,2 millones de personas convive con el alzhéimer de una u otra manera, el 80% desde sus propios domicilios, y solo dos de cada diez de estas familias tienen la casa adaptada a sus necesidades, según la Confederación Española de Alzhéimer (CEAFA). Los expertos consideran que la arquitectura puede hacer más amigable los hogares con pequeños gestos como la disposición del mobiliario, el constraste de los colores en las paredes o el ancho de las puertas.

Sanitas Mayores y la Universidad Pompeu Fabra organizaron la jornada Arquitectura e Innovación para las personas con demencia, donde trataron con expertos internacionales propuestas para adaptar los ambientes a las necesidades de personas que viven con demencia, enfermos y cuidadores. «Vivimos en sociedades cada vez más envejecidas, la realidad es que la demencia es hoy uno de los grandes retos globales de salud con 46,8 millones de afectados en el mundo», explicaba Graham Stokes, director de Cuidados de Demencia de Bupa.

Para Stokes, los afectados viven en entornos urbanizados, en grandes ciudades y adaptar esos espacios a estas personas «es una medida más para hacer frente a este reto». En la jornada destacaron que un tercio de los cuidadores de enfermos de alzhéimer se encuentra alguna barrera física al menos una vez al día, según datos del estudio ‘Sanitas barreras físicas’.

Para los expertos reunidos, como el arquitecto Mauro Cuesta, consideraba necesario tomar algunas medidas, tan sencillas como adaptar texturas, colores o eliminar y controlar elementos de riesgo físico. Estas son algunas de las que se pueden tener en cuenta para facilitar el día:

Optar por una decoración más hogareña y confortable. Para ello, será importante que tenga en cuenta unos estándares de diseño contemporáneos a los usuarios.

Disponer de mobiliario adecuado. Se habrá que prescindir de elementos innecesarios que puedan suponer un obstáculo como, por ejemplo, las alfombras.

Cambiar la cama. Es imprescindible que la cama esté adaptada al enfermo, en altura y con ergomonía.

Control de acceso a la casa. Disponer de un control de acceso en puertas de comunicación con el exterior y núcleos de comunicación vertical.

Rampas y ascensores. Para facilitar la movilidad por el hogar, habrá que adaptar los desniveles o pisos con rampas, plataformas eléctricas o rampas. Los suelos deben ser, además, antideslizantes y sin irregularidades.

Ancho de las puertas. El ancho recomendable de las puertas es de 90 centímetros de paso libre.

Evitar elementos de peligrosidad. Esquinas, elementos punzantes, espejos… Todo lo que sea sensible de que pueda dañar al enfermo habrá que evitarlos o protegerlos cubriendo lo que pueda conllevar una situación peligrosa.

Intensidad de la iluminación. Colocar sensores en, por ejemplo, el baño es útil para adaptar la intensidad y temperatura del color de la luz. Se considera una iluminación suficiente la que da 120 lux a 120 centímetros del suelo.

Amplitud de las estancias. Como mínimo, las estancias comunes (cocina, baño, dormitorio principal) deben contar con 1,50 metros de diámetro en acción.

Grifería y sanitarios adaptados. Para adecuarse a la movilidad reducida de los pacientes habrá que cambiar la grifería y los sanitarios. Las más recomendadas son las ‘monomando’ o las que tienen el mango largo. Además, los útiles del aseo deben estar reducidos a su mínima expresión y siempre en el mismo sitio y de la misma manera.

Contraste de los colores de las paredes. Es conveniente que las paredes se pinten de manera uniforme y, especialmente, en zonas estrechas. Los colores, además, influirán en su comportamiento: si no se distingue el color de la pared con el del suelo puede provocar angustia y confusión.

 

@Natalia Bravo 

Font:www.idealista.com/